Sé que puede llegar a sorprender cuando comento que las personas dentro y fuera de cárcel me han enseñado muchísimo. Pero más me sorprendió cuando alguien de mi querida comunidad de mujeres “Chinampas” recientemente me preguntó muy en serio ¿qué es lo que había aprendido? y pensé escribir algo para compartir.
Trabajar con población penitenciaria y liberada me ha dado lecciones en diversos ámbitos: desde conocer la realidad del sistema de impartición de justicia, hasta cambiar mi propio estilo de crianza con mis hijos.
Quiero compartirte algunas cosas que he aprendido sin que este artículo se vuelva un repertorio de datos o un paper académico.
Las personas privadas de libertad trabajan dentro de las cárceles y no sólo eso, sino que saben hacer muchas cosas. Ha sido común ver en los últimos 20, 30 años, enfocar los programas de reinserción social al trabajo y a la enseñanza de un oficio. En mi experiencia, cuando he trabajado con la población ya liberada, me ha sorprendido todo lo que saben hacer y muchas cosas las han aprendido dentro de cárcel. En mis programas con personas post liberadas, les he acercado oficios nuevos como el de la mecánica de bicicleta (por mi empresa Alterbike); sin embargo, nunca he forzado el que tengan o deban dedicarse a esto, sino que representa sólo un nueva alternativa más. No olvidaré el caso de Enrique, de Tepito; su familia toda la vida se habían dedicado a la comercialización de zapatos. Aunque Enrique completó la formación como mecánico de bicicleta, le apoyamos a desarrollar un pequeño modelo de negocio para que arrancara con su propio negocio de venta de zapatos.
Muchas personas me preguntan, ¿no te da miedo? Y la respuesta es no. En una ocasión una maestra que estaba impartiendo de manera voluntaria unos talleres me abordó antes del taller para decirme que esa mañana había tenido un ataque de pánico. Claro.. 12 personas que estuvieron en cárcel reunidas en sus instalaciones, en donde sólo estaban ella y otra psicóloga más. Y de pronto el miedo la abordó. Es normal. No la culpo; sin embargo lo que a mi me llama la atención es ¿por qué a mi nunca me ha pasado?
Sucede que al conocerles por primera vez muchas/os no me ven ni a los ojos. Con el tiempo comprenden que no hay distinciones, que son seres humanos para mi, y terminamos relacionándonos como cualquier par de personas más.
En el fondo creo que ellas/os “ya pagaron”; además, conociendo el sistema penal en nuestro país y con la fabricación de culpables, muchas/os podrían no ser responsables de los delitos que les imputan. Eso sí, en mi caso nunca, nunca les pregunto qué delito cometieron y la verdad he descubierto que no me interesa; supongo que también es un mecanismo para mi propia paz mental.
En mi camino por este sector, y también por vivencias propias, he descubierto lo trascendental que es la salud mental. De hecho, OCUPA (Organización Comunitaria por la Paz AC) y con la extraordinaria visión de mi asociada Paola Zavala, nació con una iniciativa de ley para modificar el artículo 18 Constitucional, el cual lamentablemente es fecha que sólo incorpora “trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte”, omitiendo por completo la esfera de la salud mental. Si acercamos a estas personas a propiciar conexiones humanas basadas en algo distinto al miedo y a la violencia, podemos verles florecer como seres humanos. Mi maestro dice: "el ser es Uno, es Bello, es Bueno y es Verdadero”. Creo que si las personas pudiéramos percibirnos así, tendríamos una humanidad completamente distinta. En mi camino he incorporado lo que le llamo “componente comunitario” en donde con diversas metodologías propiciamos estas conexiones más genuinas entre las/los participantes de nuestros programas. He descubierto que con estos nuevos tejidos sociales, los grupos se apoyan, fortalecen y se acompañan; muchas veces sin tener nada en común entre unas/os y otras/os, más que el haber estado en cárcel.
¿Cuál es el propósito del castigo? ¿A quién de las/los que está leyendo esto no le tocaron sus buenas nalgadas de pequeñas/os? México tiene tasas de reincidencia muy altas. Sea lo que sea que esté haciendo ese sistema de impartición de justicia no-está-funcionando. Es aquí donde descubrí lo bello de la justicia restaurativa la cual busca un comprensión genuina y profunda de los efectos de la/el ofensor/a de cara no sólo a las personas víctimas, sino a sus comunidades y la sociedad. Una persona que comprende los efectos de sus actos también busca repararlos. La justicia restaurativa vista desde la perspectiva de quien ofende no necesariamente requiere que la víctima perdone; sino que el perdón se presenta como un ejercicio personal de carácter intelectual. Sin embargo, en muchas ocasiones para cerrar el ciclo, visto del otro lado, las víctimas y/o sus familias tienen preguntas que sólo la persona que ofende puede responder. Les voy a recomendar el documental Reunion con un Asesino - Meeting with a Killer, un documental tan conmovedor como fuerte.
Con mis hijxs ahora tomo el tiempo de reflexionar sobre los efectos de sus comportamientos, pensar en soluciones y darles las herramientas para que un mal comportamiento no se vuelva a repetir; elegir una manera de reparar en caso de que se repita ese comportamiento etc… estas son solo algunos de los ajustes que he hecho yo misma en mi crianza como madre y ha sido gracias a mi paseo por este sector.
Algunas personas están listas y otras no y no podemos más que poner escaleras. Esto se trata de sanar. Me ha sorprendido cómo algunas personas están determinadas a no volver a la cárcel y corregir esos comportamientos. Muchas veces esto conlleva el alejarse completamente de sus familias y antiguas amistades. Pero también está la otra cara de la moneda; personas que estando en libertad, no se han decidido a buscar esa propia mejor versión. Como apasionada del impacto y de medir resultados, mis pobres baterías de instrumentos psicológicos se quedan cortas. ¿Qué determina que una persona “esté lista”? ¿Cómo lo podemos anticipar? Han habido casos donde veo evidencias de que alguien está lista/o, que está cumpliendo, que le está echando mil ganas cuando de repente… recaen. Los errores son humanos, y otra cosa que he aprendido es que los errores que cometemos NO definen las personas que somos. Y aunque claro que me da tristeza ver a alguien recaer, he aprendido que es parte del proceso y que eso no determina el éxito o fracaso de nuestros programas, así como tampoco determina si ellas/ellos son buenas o malas personas.
Muchas veces las personas creen que ellas/os por no haber cometido ningún delito, tienen más derechos que quienes los cometieron y ya están libres. El problema con el sistema de impartición de justicia es más profundo que sólo las leyes que lo componen y es gracias al punitivismo. Hemos aprendido que hay que castigar públicamente para que alguien no vuelva a cometer un error.. y esto es viejísimo.. pensemos en cuantas personas fueron azotadas o quemadas vivas en las épocas antiguas. Este sistema punitivista tiene como premisa la dominación sobre todo. Tenemos la visión de ver todo como un mecanismo; como una máquina en donde creemos que entre más fuerte sea la falta, más severo debe ser el castigo.
Y vemos sistemas punitivistas hasta la médula, como el de Nayib Bukele en El Salvador, en donde organizaciones internacionales han señalado la violación sistémica de los Derechos Humanos de las personas privadas de libertad. Vaya.. el trato que les es dado no podría llamarse "humano".
Dominamos todo con poder y hemos creado instituciones complejas para vigilar al individuo como la cárcel, los "manicomios”, los orfanatos, etc.. Definimos al patriarcado como “un sistema social basado en la jerarquización y en el poder como dominación”. Este viene desde el periodo Neolítico, en donde a raíz de la combinación entre: el descubrimiento de la paternidad biológica; el sentimiento de propiedad surgido tras la sedentarización, y la conciencia del poder, hizo que surgiera la dominación masculina, que se ejerció en el plano psicológico, funcional y social.
Más tarde, este nuevo sistema se instauró definitivamente con el triunfo de las religiones monoteístas y supuso el comienzo de la dominación masculina: «Dios Padre Todopoderoso» De ahí vinieron las guerras y la suposición de que la fuerza física serviría para dominar primero los recursos, y luego para tener más poder. Finalmente, nació la desigualdad social por el uso de la coacción: una nueva cadena jerárquica basada en una nueva condición de estatus y que indicaba la posición que cada hombre ocupaba dentro de la pirámide social en función de sus posiciones y poder personal.
El punitivismo funciona con el miedo, como un mecanismo de control que propicia temor a que nos castiguen, a que nos multen o hasta a irnos al infierno. Tenemos que reconocer que el sistema económico es enteramente patriarcal y que a su vez, el sistema de impartición de justicia es punitivista. Mi enseñanza más importante con todo este trabajo es que tenemos que establecer nuevas formas de relacionarnos en donde la dominación y el poder no sea “el todo”. De aquí que han surgido nuevas corrientes como el eco feminismo de Vandana Shiva reflexionando sobre la dominación que hemos tenido sobre el planeta tierra donde (de nuevo), los ecosistemas trabajan como un sistema mecánico: a más plagas, más y más potentes insecticidas, degradando por completo la tierra y a todos los seres vivos que vivimos en ella.
En el sector de la cultura de paz, vemos cada vez mas grupos antipunitivistas que reconocemos que es urgente establecer nuevas formas de corregir y regenerar conductas delictivas. Es aquí donde convergen estos grupos con quienes estamos también buscando nuevas formas no patriarcales de relacionarnos. De ello la idea de que quienes somos feministas, no podemos ser punitivistas.
Tenemos que encontrar y crear nuevas formas de relacionarnos como humanidad con nosotras/os mismos (auto cuidado, perdonarnos a nosotras/os mismas/os etc..), con otras personas, con todos los seres vivos, y con el planeta tierra.
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